Hay un punto en el mapa porteño donde el tiempo no pasa, solo se reinventa. En pleno microcentro, entre el trajín de Corrientes y el eco del Bajo, el Luna Park sigue latiendo como lo hizo desde hace casi un siglo. No es solo un estadio; es un refugio de historias. Un escenario de duelos de guantes, conciertos inolvidables, misas multitudinarias y funerales que hicieron llorar a una ciudad entera.La historia del Luna es la historia de Buenos Aires.
De feria ambulante a templo urbano
Todo comenzó en 1912, cuando Domingo Pace, inmigrante italiano, montó una feria de diversiones itinerante llamada “Luna Park”. Aquella feria, con juegos y orquestas, tuvo sedes cambiantes hasta encontrar un destino fijo. Pero no fue sino hasta 1932 que el sueño se materializó: el Luna Park se alzó como un estadio monumental, plantado sobre tierras ganadas al río.

Construido sobre pilotes y con una visión ambiciosa, el estadio fue creciendo de la mano de su yerno, Pepe Lectoure, un apasionado del boxeo que lo convirtió en la meca del deporte argentino. “El Palacio de los Deportes” no tardó en ganar fama.
Golpes, lágrimas y leyendas
La lona del Luna vio más historias que muchos libros. Por ahí pasaron Monzón, Bonavena, Nicolino, y hasta figuras internacionales como Joe Louis o Jack Dempsey. Cada combate fue un pequeño terremoto cultural.
Y no solo eso: en 1935, el cuerpo de Carlos Gardel fue velado allí. Treinta años después, lo mismo ocurrió con Julio Sosa. En 1976, Ringo Bonavena volvió al Luna… esta vez sin guantes, pero con miles de fanáticos despidiéndolo.
El Mundial de Básquet 1950: la consagración histórica en el Luna Park
En 1950, Buenos Aires fue la sede del primer Campeonato Mundial de Básquetbol organizado por la FIBA, y el emblemático Luna Park, ubicado en el corazón del Bajo porteño, fue el escenario principal de esta histórica competencia.

El 3 de noviembre de ese año, ante una multitud de más de 21.000 espectadores, la selección argentina logró una victoria legendaria al vencer a Estados Unidos por 64 a 50 en la final disputada justamente en el Luna Park. Este triunfo significó el primer título mundial para Argentina y para América Latina, marcando un antes y un después en la historia del deporte nacional.
Dirigido por Jorge Canavesi, el equipo contó con figuras destacadas como Oscar Furlong, máximo anotador del partido con 20 puntos, y Hugo Del Vecchio, cuyo desempeño fue clave en la remontada del segundo tiempo. La hazaña fue celebrada masivamente en todo el país y es recordada como “La Noche de las Antorchas”, en honor a las miles de personas que salieron a las calles a festejar el histórico campeonato.
El Luna Park, conocido como el “Palacio de los Deportes”, se consolidó así como un templo fundamental para el básquet argentino, donde se vivieron momentos épicos que trascendieron el deporte y quedaron grabados en la memoria colectiva.
El Luna y los primeros Juegos Panamericanos
En 1951, Buenos Aires fue sede de los Primeros Juegos Panamericanos, y el Luna Park fue uno de los escenarios principales del evento. El estadio recibió competencias de boxeo, básquet, lucha y levantamiento de pesas, en un contexto de modernización del deporte argentino impulsado por el gobierno de Juan Domingo Perón.
Durante los juegos, el Luna Park se vistió de gala con tribunas repletas y atletas de todo el continente. Uno de los momentos más destacados fue la actuación del equipo argentino de básquet, que venía de consagrarse campeón del mundo en 1950, también en el Luna.
Ese año, el estadio no solo funcionó como sede deportiva, sino como símbolo de prestigio internacional. Fue un anticipo de lo que después serían décadas de protagonismo en eventos regionales y globales.
El legado de los Panamericanos sigue latente: fue una de las primeras veces que el Luna se mostró ante el mundo como un verdadero palacio multifuncional, capaz de albergar tanto emociones deportivas como épicas culturales.
Del ring al escenario
Con los años, el Luna se abrió a otras pasiones. La música tomó el centro del escenario. Tocaron Frank Sinatra, Mercedes Sosa, Charly y Nito, Luis Miguel, Serrat, Spinetta. En 1975, el adiós de Sui Generis marcó una generación. En 1989, Diego Maradona se casó allí, como si su vida fuera también un espectáculo.
El Papa Juan Pablo II ofició una misa en su interior en 1987. ¿Cuántos estadios del mundo pueden contar algo así?
La boda de Diego y Claudia: un evento inolvidable en el Palacio de los Deportes
El 7 de noviembre de 1989, el Luna Park se transformó en el escenario de una de las bodas más emblemáticas y recordadas del deporte argentino: el casamiento de Diego Maradona y Claudia Villafañe.

El histórico estadio, conocido como el Palacio de los Deportes del Bajo, se vistió de gala para recibir a más de 1.200 invitados en una fiesta que combinó lujo, emoción y espectáculos. El lugar fue decorado con más de 4.200 plantas, cortinas acrílicas que simulaban cascadas, y una majestuosa araña de seis metros de diámetro con 12.000 luces, que iluminó la celebración con una atmósfera única.
La novia lució un vestido diseñado por Elsa Serrano, confeccionado con 30 metros de organza, encajes, perlas y piedras preciosas, que deslumbró a todos los presentes. La ceremonia y el banquete incluyeron manjares de alta cocina, como caviar, salmón y centollas, y una torta nupcial de casi dos metros de altura que se convirtió en uno de los símbolos de aquella noche mágica.
Figuras del deporte, la política y el espectáculo se dieron cita para celebrar la unión de la pareja más famosa del país en ese momento, consolidando así al Luna Park no solo como un templo deportivo y cultural, sino también como un escenario para momentos privados de gran trascendencia pública.
La boda de Maradona y Villafañe quedó en la memoria colectiva como “la boda del siglo”, un evento que reflejó la magnitud del ícono deportivo y su impacto en la cultura popular argentina, celebrado en el corazón del Bajo porteño.
Final histórica: Atenas “barrió” a Boca en el Luna Park (1998)
El 24 de mayo de 1998, el Luna Park fue escenario de una de las finales más recordadas en la historia de la Liga Nacional de Básquetbol. En ese mítico estadio, Atenas de Córdoba se consagró campeón al vencer a Boca Juniors por un contundente 111-90, logrando así un inédito 4-0 en la serie final.

Monumento eterno
En 2007, el Estado lo declaró Monumento Histórico Nacional. Y desde 2013, por decisión de la familia Lectoure, el estadio pasó a ser propiedad compartida de Cáritas y la Orden Salesiana. Una forma de devolverle a la sociedad algo de todo lo que el Luna entregó.
Una mirada al pasado
Las imágenes antiguas del Luna Park son poesía visual. La fachada art déco, los techos de chapa, las tribunas repletas de sombreros y trajes en los ‘40. Cada foto es una postal de otra Buenos Aires, que sigue viva dentro de esas paredes.
Hoy, mañana y siempre
El Luna Park continúa activo. A veces en silencio, otras con fuegos artificiales. Pero siempre con algo para decir. Recibe recitales, congresos, actos políticos, shows infantiles o clásicos del boxeo. Su cartelera es tan diversa como su historia.
El Luna no es solo un estadio. Es el corazón cubierto de Buenos Aires. Golpea, canta, grita, reza. Pero nunca deja de latir.
Remodelación: el Luna se renueva, sin perder el alma
En 2024 comenzaron obras de remodelación y modernización del Luna Park. El plan incluye la construcción de un estacionamiento subterráneo, mejoras en accesibilidad, renovación de baños, butacas y tecnología de sonido e iluminación. El objetivo es preservar su valor patrimonial, pero adaptarlo a las exigencias de los grandes espectáculos del siglo XXI.

El proyecto, supervisado por la Comisión Nacional de Monumentos, busca que el “Palacio de los Deportes” mantenga su esencia mientras se prepara para una nueva etapa. El Luna sigue siendo historia viva… y en construcción.